Festival Internacional de Teatro y Danza. Encuentro con el público de Salvador Távora

Salvador Távora, director de La Cuadra, la legendaria compañía sevillana que esta noche representa en el Festival “Flamenco para Traviata” protagonizó ayer un encuentro con el público

Acompañado de Liliane y presentado por Carmen Rubio de Murcia a escena entidad que colabora con el Festival en la coordinación de las mesas redondas y encuentros con las compañías invitadas, Salvador Távora habló de “Flamenco para Traviata”, espectáculo en el que se resume el universo teatral del director sevillano que se mostró pletórico con el teatro que la compañía ha abierto en el barrio sevillano donde comenzó todo hace ya 45 años.

Una sede de la que carecían hasta ahora que les permite atraer público nuevo al teatro, y donde con una capacidad de unos 300 espectadores, acogen a grupos enteros de distintas partes de España y del mundo que van a Sevilla para ver a La Cuadra en su lugar de origen, explicó Távora.

En el teatro ubicado en un lugar que puede parecer atípico a las afueras de Sevilla actúa La Cuadra y se programa a otras compañías, en una sede propia, para cuya construcción se han tenido que hipotecar, pero que les ha dado la libertad de poder elegir los lugares donde actúan.

“A San Javier venimos encantados porque San Javier forma parte de nuestra historia”, decía Távora para el que el auditorio local, reúne las características idóneas para sus espectáculos con un aforo máximo que permite la comunicación “piel con piel” , propia del teatro.

El dramaturgo sevillano reivindicó la austeridad del teatro, a favor de la historia y la emoción , y la necesidad de prescindir de envoltorios y parafernalias que forman parte de otros lenguajes como los de la televisión o el cine, con los que el teatro no puede competir a través de producciones espectaculares para miles de personas. Para Távora el teatro es otra cosa y nunca debe olvidar su misión estética y social.

Aclaró que “Flamenco para Traviata” no fusiona flamenco y ópera, sino que los lleva al encuentro unidos por el hilo conductor de la historia que cuenta La Traviata. Una historia de amor, vida y muerte, que emociona tanto a través de la voz de María Callas, como en las historias que narraban los fandangueros de su niñez.

Tanto la prostituta Violeta, de Verdi como los cantaores que acababan la noche con las mujeres de vida pública, sufrieron el rechazo y fueron marginados por la burguesía parisina y andaluza de la época. En su verdad y sufrimiento encuentra Távora una poderosa historia que cuenta con todos los resortes estéticos de su universo teatral, el cante, el baile, la danza clásica, la ópera, la música, las máquinas , y hasta la presencia de un caballo en el escenario, con dos lenguajes, uno culto y otro popular, que tienen la misma capacidad de emocionar.

Como en casi todos sus espectáculos, Távora deja parte de su historia personal en este espectáculo. Los fandangos, denostados por eruditos del flamenco durante mucho tiempo, forman parte de su niñez, cuando en su barrio oía a los cantaores contar historias populares y desgarradas, de forma anárquica y libre. Ahí encontró una fuente de inspiración para transmitir, desde la verdad y la emoción, su lenguaje que ya se ha hecho universal, y que ha llevado al mundo una perspectiva real de lo que supone la cultura andaluza.

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