Brasil y el Caribe en sesión protagonizada por Ivan Lins y Monty Alexander

Ángel Sopena

San Javier (Murcia), 26 jul (EFE).- La primera parte del programa fue protagonizada por Ivan Lins, uno de los mejores compositores brasileños desde Antonio Carlos Jobim.

De pie, tras su teclado Yamaha, tocando los exuberantes acordes armónicos que fundamentan su estilo, hizo una canción memorable tras otra. Muchas eran conocidas: "Começar de Novo", "Lembra de Mim", "Dinorah Dinorah" (grabada por George Benson).

Respaldado por una banda soberbia en la que destacaba el saxofonista Marcelo Martins, Lins reveló su brillante combinación de estilo y ritmos brasileños con el swing y la magia improvisatoria del jazz.

En una imponente forma, estimulado por la respuesta del público, se sumergió también en otras aguas musicales. "Rei Do Carnaval" abrió camino para los inspirados solos del guitarrista Leonardo Amuedo y el saxofonista Martins, alzándose sobre impetuosos ritmos de escuela de samba.

Lins es un músico exquisito. Desde el piano ha edificado un mundo muy particular, tan vasto y caudaloso como los grandes ríos de su país. Es un gran melodista y muestra una gran preocupación por las armonías, por el cuidado trabajo de arreglos, por la utilización de timbres, por reformular su lenguaje hacia lo moderno sin salirse de la tradición, pero lo que más destaca es su capacidad para "cantar" historias desde la dulzura de su melodías y la sencillez de sus letras.

En un variado set, que inició con 'Daquilo que eu sei', de gran poder emocional y clase, presentó algunas joyas de su repertorio, invocando Río de Janeiro, su atmósfera y el mar. Pop teñido de jazz, brazil-jazz-pop sofisticado y sereno con influencias de la bossa nova y de la M.P.B. de los 70, y complejos arreglos vocales y armonías. Una combinación que ha inspirado a músicos como Pat Metheny.

La vocalista Robin Mckelle se sumó con una elegante versión de Jobim ('Dindi'), recordando en el fraseo y (aún más sorprendente) en el efecto a Ella Fitzgerald, y continuó en el escenario durante "Love dance" y "She walks this earth", tema por el que Sting ganó un Grammy, dijo entre orgulloso e incómodo Lins, manteniendo una actuación relajada, sin sobresaltos, que despidió agradecido deseando felicidad y paz.

Sólo hubo más animación cuando, en el bis, volvió a salir a la cantante pelirroja y Lins dejó que se soltara unas improvisaciones sobre el "Madalena", que grabaran en su momento Elis Regina y también la Fitzgerald, con ciertos guiños a Gershwin y Miles Davis.

Tras un largo paréntesis por el cambio de 'backline' le llegó el turno al pianista jamaicano Monty Alexander, que quizás no es muy conocido por los aficionados, pero su Jazz & Roots resultó más que disfrutable. Un espectáculo que tiene a Bob Marley (¿Marley en piano?) como guía. Imagina a Nat King Cole con los Wailers. Brisa isleña y bop.

Alexander toca con la velocidad de Art Tatum, la alegría de Cole y la belleza y el clasicismo de Hancock. El versátil pianista siempre ha estado orgulloso de su capacidad para el cambio de marchas estilístico instantáneo, dejando al oyente con la boca abierta. Lo hizo abarcando desde los ritmos isleños (calypso, ska, reggae) a los sonidos de más al norte.

Sitúa el piano de manera que puede comunicarse visualmente con los otros y juntos exhiben un grado casi telepático de interacción musical y de improvisación, señalando los alucinantes cambios métricos y las transiciones entre temas con simples movimientos de hombros o de cabeza.

Comenzaron con una mezcla de jazz acústico y raíces reggae que atrapó con su groove, y luego cambiaría a un calypso que desembocó en el "Jammin'" de Bob Marley, cantado acertadamente por el bajista.

Dos tradiciones al menos eran reconocibles y, de la misma manera, había una doble sección rítmica, compuesta por bajo eléctrico y contrabajo, batería y percusión, que crean una polirritmia compleja, saltando del trío acústico de jazz al quinteto.

Pero lo que sedujo al público fue su tributo a Marley, que incluyó el archiconocido "No Woman, No Cry". Lo introdujo al piano sutilmente con unas notas de "Redemption Song". Volvieron en un único bis con "Éxodo" y Alexander se despidió abriendo los brazos y sintiéndose victorioso con un "Bob Marley is great". Él también lo fue esta noche. EFE

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